La gran amenaza de la banca
actual: un juzgado aplica la retroactividad para anular una cláusula suelo
04/02/2016
15:49 en Confidencial
- El juez argumenta que no puede aplicarse la sentencia del Tribunal Supremo porque el sistema financiero ya no corre peligro.
- Si el Tribunal de Justicia de la UE acepta la retroactividad de las cláusulas suelo declaradas nulas, el impacto sería de unos 15.000 millones de euros.
- Es lo que más teme el sector y lo que podría condicionar el ya de por sí difícil beneficio de 2016.
En una sentencia del 26 de
enero conocida este jueves, un juez de Vic (Barcelona) ha anulado una cláusula
suelo de un préstamo hipotecario del BBVA, firmado el 29 de junio de 2012.
De nada le ha servido al banco alegar que la sentencia del Tribunal Supremo
del 13 de mayo de 2013 impide la retroactividad.
¿Qué ha
ocurrido? Muy sencillo. Según el juez, la sentencia del TS “no puede
aplicarse en este caso en tanto en cuanto no concurre el motivo que fundamentó
aquella decisión y que no fue otro sino el riesgo que para la solvencia del
sector financiero tendría la retroactividad de los efectos de la nulidad de las
cláusulas suelo”.
Es decir, el
juez considera que si los bancos tuvieran que hacer frente a la retroactividad
de la nulidad de todas las cláusulas suelo, la solvencia del sistema financiero
ya no correría peligro.
Por su
parte, el despacho Navas & Cusí, que ha dirigido la defensa de este
caso, señala que “el Supremo equivocó el interés general por el interés del
sistema financiero. Si algo es abusivo y poco transparente, no resarcir en
derecho y justicia nunca puede ser interés general. Esperamos que Luxemburgo tumbe
la retroactividad antes del verano”.
Efectivamente,
si el Tribunal de Justicia de la UE acepta la retroactividad de la nulidad de
las cláusulas suelo, el impacto en el sistema sería tremendo: unos
15.000 millones de euros. De hecho, todas las entidades han dedicado elevadas
provisiones a este apartado. Todas menos el Sabadell. Tener que devolver
todo lo cobrado por las cláusulas suelo es lo que más teme el sector y
lo que podría condicionar el ya difícil beneficio de 2016.
Pablo Ferrer
pablo@hispanidad.com
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