Álex Artigas | 20.12.15
Quienquiera que seas, tu que lees estas líneas: este es el resultado de un bombardeo ruso en la ciudad siria de Douma, el pasado domingo, 13 de diciembre. Las imágenes hablan por sí solas (la foto enlaza a un vídeo en Facebook): dos niños lloran desconsolados llamando a su madre, entre los cascotes y la polvareda que aún enturbia el aire.
¿Esta es la solución de las potencias internacionales al terrorismo islámico? Aunque sea por un momento, ponte en la piel de estas personas, a quienes el castigo por una culpa que no es suya les acaba de destrozar la vida, no sólo a los niños, pero especialmente a ellos. La más pequeña debe tener la edad de mi hijo, y el mayor, el que corre detrás, la de mi otra hija. ¿Qué harán estos críos cuando tengan edad de empuñar un arma? ¿Habrá tenido tiempo esa madre ausente de enseñarle a sus pequeños hijos que el odio y la venganza no son solución a nada? Ojalá sea así, por su futuro, por el de todos nosotros.