27/03/2016
120.000 Dirhams (12.000 €); es lo
que le pidieron a Farida A. en una clínica privada de Nador si quería que
operaran a su hijo de una dolencia rara (arterias del corazón invertidas). Sólo se admitían
cheques certificados o pago al contado. -"¿No tienes esa cantidad? Lo sentimos, ¡que
pase el siguiente!".
Antes de llegar a la clínica privada, Farida había estado en
el Hospital de Nador, en donde le dijeron literalmente que su hijo no tenía
cura y que se lo llevara a casa, arrebatándole así cualquier derecho a la esperanza.
Ahí salió a relucir el coraje de Farida. Cogió a su bebé, se
presentó en la frontera de Melilla con un pasaporte caducado y los resguardos
de solicitud de un nuevo pasaporte en
una administración de Nador. Tanto la policía de fronteras marroquí como la
española estuvieron exquisitas. Ante la gravedad del bebé, todo fue
facilidades, pero el no va más llegó cuando, una vez en el Hospital de Melilla,
los médicos, ante la gravedad del crío, decidieron evacuarlo en helicóptero hacia
la Unidad de Cardiología del Hospital Materno Infantil de Granada. Nadie puso
condiciones, nadie reclamó nada. Lo único que importaba era salvar a Redouane.
Y Redouane fue operado, su estado de salud empezó a mejorar, aunque con
reservas.
Farida había llegado a
Granada con lo puesto y sin dinero. La situación económica familiar no era muy
boyante precisamente y en Nador había dejado a tres hijos más y a un marido
lisiado, angustiados, con el corazón compungido.
Los primeros días, Farida durmió en el Hospital sobre una
silla. Unas enfermeras, ¡benditas todas las
enfermeras del Materno Infantil de Granada!, se volcaron sobre ella. La
alimentaron y la acogieron con una humanidad que sólo puede reconocer alguien que ha tenido que barajar con el bronco y
tórrido sonido metálico, desprovisto de cualquier atisbo de humanidad de “¡120.000 dirhams! Lo siento. ¡Que pase el
siguiente!”.
Redouane murió esta mañana, de un fallo cardiaco, cuando los médicos albergaban grandes esperanzas
de sanarlo.
Farida, después de secar sus lágrimas, está ahora luchando para reunir cuanto pueda para
poder repatriar a su hijito.
Está en la Unidad de Cardiología del Hospital Materno
Infantil de Granada en espera de comenzar otra gran batalla: el papeleo y el coste para el traslado
del cadáver y su paso por la frontera entre Melilla y Nador.
Gracias por
la gran lección que nos has dado, Farida.
Hasta luego, Redouan, descansa en paz.
Hasta luego, Redouan, descansa en paz.
Boulaala, Abdelkader